Ir al contenido principal

Desavenencias existenciales de un noctívago tras la blanca luna.



Anduve despistado por calles y avenidas desiertas mascullando preguntas erróneas. 
Sentía el frío en mis huesos recogiendo detritus en parques solitarios. 
Destripaba argumentos adulterados de películas invisibles. 
Quería encontrar el todo en medio de la nada y seguir caminando por senderos olvidados.

Necesitaba la cantinela de los árboles caducos y el suave mecer del viento en mi rostro. 
Pateé los sonidos que se fueron para que volvieran a marcharse. 
Ignoré los envilecidos olores que fustigaban mi paso nervioso.. 
Regurgité los desaciertos que tomé sin necesitarlos y se los dí de comer a mi alma salvaje.

Arqueé los hombros e inspiré los humos que conseguirían derretir mis emociones artificiales. 
Agaché la cabeza y encendí el último instante de lucidez. 
Logré sentarme y oteé el cielo sin estrellas que lo iluminase. 
Recordé como corría por un huerto huyendo del tiempo y mis desdichas al infinito le conté.

Inspiré el hilo postrero de la cordura y me sumergí en el abismo de la ignorancia. 
Me encaminé a la calle que se abría paso hasta mis sueños perdidos.
Levanté mi cuerpo cansino y trituré las ansias de abundancia. 
Me detuve frente a una fuente que desprendía un olor nauseabundo y sentí el goteo del destino. 

Continué por el camino ahora abierto, y salí de aquella sima de madrigueras infectadas. 
Una ciudad se hacía eterna, un pueblo pisoteaba mi alma. 
Frente a mí, kilómetros de penurias me aguardaban: 
años de sufrimiento añadidos que un caminante debía cruzar hasta conseguir ventaja.

Comentarios

Entradas populares de este blog

A buenas horas

Entre eucalipto y eucalipto pino, y entre pino y pino piedra. Sobre el horizonte el dragón de niebla tras el dragón de niebla Las Mateas. Arturo, Sirio y Antares, sobre María Gil, Lepe y Los Pajosos. El agua me sabe a lejía: ¡Otra vez están aquí los tramposos! Quejicas a tiempo completo en las terrazas formando bulla. Carreras por los adoquines: ¡Este año no he comido turmas! Y sigue Santa Bárbara tronando. Y siguen los chismes volando. Me han cambiado el Padre Nuestro entre whiskys de contrabando.

La monotonía de lo grotesco

Si tuviese que comenzar esta historia por un principio que fuese coherente, dejaría de ser un relato fidedigno de los hechos acontecidos en el lugar que mi mente quiso olvidar, y pasaría a ser una relación de situaciones carentes de interés para ser contadas, pero a menudo, la monotonía se nutre de un halo misterioso y se convierte en la mayor de las excentricidades, donde lo absurdo se une a lo racional y lo ilusorio planea con sorna sobre las mentes sin que ellas lleguen a percatarse de ello.  No sabría puntualizar si lo que voy a contar ocurrió a hora temprana o se alargó durante toda una jornada o varias semanas, tan solo sé que comenzó con una pregunta tan común que nada en ella hacía presagiar que fuese el detonante del mecanismo que transformaría las vidas de los allí presentes para el resto de sus días:  - ¿Está lloviendo? La taimada chica encargada del establecimiento se restregaba los muslos con fruición ante el frío que entraba por la puerta entreabierta, y las me

Diario de un maldito

Las gotas de rocío sobre el alfeizar rezumaban nostalgia. El travieso ronroneo de los gatos sobre el tejado, el revoloteo revoltoso de los incansables gorriones, y la calma infinita de una mañana compungida, anclada en el comienzo de un final ya decidido, se batían en aterciopelado duelo con el frenesí cafetero de un suspiro clarividente de perfidia carente. ¿Utopía?...Puede. O tan solo un resplandor titánico de sus deseos en la evaporada escarcha, o la pertinaz sequía secular de su imaginación redentora y tiránica, despistada entre los vetustos pliegues de la idolatría defenestrada, que quizás se alzara hacia el sendero del recuerdo original, el cual se diluyó en el infestado acuífero de calamidades, y cambió el romanticismo por una mortaja de azahar, marchito y recurrente, cuando su coraje peregrino se desvistió del sonambulismo inducido por el colérico temblor del destino ajeno. "¿Sueñas con tus palabras o prefieres mis caricia