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Mostrando entradas de diciembre, 2016

Despierto

Luna afligida cansada, se recuesta del hombro del tiempo. Luna pendiente del lamento, se recuesta del hombro del tiempo. Y se siente palidecer, ante el clamor de la locura. Con una nube se tapó anhelando la ansiada cordura. Y no recordaba recordar. Tejiendo una densa tela tapiando su rostro bajo la arena. No deja ver los senderos, cierra el tiempo y quiere soñar. Se entristece, leyendo en el pasado. Añorando, viejos dulces olvidados. Encuentra tarros, llenos de obediencia. Los vacía,  y se conforma con mirar. Aleja al mundo,  de los secretos. En una caja vieja... lo tiene guardado.

Aléjate de la luz

Sentado en tu cama esperando algo soñado. Indiferente, caído de un techo de afiladas espinas repleto. Gritas soltando el sueño, ahogando la vida en detalles. Sintiendo que vives de ellos. Sufres y aíslas tus sentimientos. Si la luna sintiera igual que tú, quizás te alegrarías. Y a veces sueñas despierto, arrancando flores por deporte. Si el mar te quisiera proteger, quizás te asustarías. Y a veces se despierta soñando: quién sabe hacia dónde.

La carga I

Los deseos, de un tiempo de cebollas. Se marchitan, se pierden con mi sed. Y qué podría tejer con batucadas de cenizas. Y qué podría sembrar bajo el cielo de papel. Y qué podría reunir de violáceos vendavales. Y qué podría sentir si ya no puedo recordar. Desierto congelado, un laberinto urbano. Sonidos perfumados, rumiados por mí.

Delirando en la terminal

Paso largo sobre escarcha humeante, se deslizan susurros quebradizos. El café se enfría. Despistadas carreras sin sentido ahuyentando quejidos enfermizos. En ocho sermones se camufla la ocre salida esperada bajo negro nudo acolchado. Vistas cansadas de ver se evaden en una lluvia de maletas tapizadas. Junto a turbias ventanas se exhibe un cilindro de cólera domada: rancio sabor emite su oculto deseo perpetuo, cargado de bruno dolor en su espalda.

Holgazán

Perdí la vista entre re lo jes perenn es , de añil su mirada, de suelos de estr ías tapizadas con aromas de granito madurado. Inframundo perpetuo de la sinrazón maltrecha, de azabache perfilado y toreado por enanos insomnes que deglutían los gu iños melancólicos del costumbrismo monotemático: asqueado y roñoso.