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Mostrando las entradas etiquetadas como poesía

Viajando a la dimensión del olvido

Me porté como un famélico truhán, ignorando palabras dichas de verdad, disfrutando con risas ajenas. Desgastado, sin ganas de atacar Noté en tus ojos un triste color, que a mi espíritu hizo desquiciar, me transformé en un chiquillo asustado, eclipsado tras la nube de una flama fugaz. Y siento, como me reviento frente a muros de cristal. Me arrepiento, y me quejo al viento para que deje de soplar Sé que lo perdido no vuelve jamás, lo pasado queda donde debe estar, aunque si sirviera para algo más, hoy me invento una puerta atrás.

De ruiseñor a cuervo desplumando ruiseñores

Es la insana ponderación un paradigma blandengue en prêt-à-porter agreste; adulador de la escisión e inconsciente mondrigón de alardes menesterosos, andares escabrosos, sempiterno badulaque con ansias de escaque y horizontes esponjosos.

Intrepidez neófita entre cínicos laureles

Chaparrones de legajos, barcarola sin motivo. Si tú quieres los archivo y hago un bucle de trabajos con tirabuzones lacios. Me refugio en la paciencia tanteando la experiencia. Mis rótulas por montera: ¡Satánica escalera! Vaya examen de conciencia.

Histerismo laboral de un camaleón administrativo

Expedientes de personal pendientes de registro: glorioso finiquito en cursiva material. ¡Que rollazo de circular! No me atosigues chiqui con melindres sin whisky  tras normativas ladinas y lisonjera oficina: ¿Otra vez se ha ido el Wifi?

Discordancia enigmática de la evolución romántica

Quién eres, qué somos: ¿el vino, la vida, la mofa? ¿Una epopeya ramplona? ¿Un amor de despojos? Ignorante Dulcinea: oscurece la penumbra desafiando a los santos, viviendo sin cuerdas. Perpetuidad pasajera en transición perpetua. Romancero arrítmico, entropía sin tregua. Inesperado golpe de suerte. Realidad roedora, inocencia redentora. Qué somos...¿quién eres?

Frialdad insostenible en La mayor y burla otoñal en Fa sostenido

Por la calle abajo, vestido de negro, se acerca cantando un frío noviembre. Y trae tras de sí, oculto en sus mangas,  de días de risas azules recuerdos de noches de juegos, de demonios fríos,                               de cálidos besos.                                Y se acerca y me recuerda que no volverán, y se queda junto a mí y me canta su canción guardada Y mantiene su camino y me mira y… me recuerda que está aquí y me canta su canción guardada

Desavenencias existenciales de un noctívago tras la blanca luna.

Anduve despistado por calles y avenidas desiertas mascullando preguntas erróneas.  Sentía el frío en mis huesos recogiendo detritus en parques solitarios.  Destripaba argumentos adulterados de películas invisibles.  Quería encontrar el todo en medio de la nada y seguir caminando por senderos olvidados. Necesitaba la cantinela de los árboles caducos y el suave mecer del viento en mi rostro.  Pateé los sonidos que se fueron para que volvieran a marcharse.  Ignoré los envilecidos olores que fustigaban mi paso nervioso..  Regurgité los desaciertos que tomé sin necesitarlos y se los dí de comer a mi alma salvaje. Arqueé los hombros e inspiré los humos que conseguirían derretir mis emociones artificiales.  Agaché la cabeza y encendí el último instante de lucidez.  Logré sentarme y oteé el cielo sin estrellas que lo iluminase.  Recordé como corría por un huerto huyendo del tiempo y mis desdichas al infinito le conté....

El ojo muerto: Epílogo

Soy el oficial de seguridad de la empresa Weatherco S.A. Saúl Romero, y voy a describir lo vivido durante la operación de rescate en la isla situada a 74º 9' 11” latitud Norte y 30º 11' 20” longitud Este, al sureste de la isla de Svallbard y al noreste del campamento base de Weatherco localizado en Stakkvik, en el archipiélago de las Lofoten. Entré en una habitación que asfixiaba sólo al verla. Sus paredes desprendían un olor fétido, agravado por la humedad que proliferaba por toda la estancia. Los muebles parecían no existir, salvo una especie de camastro dentro del dormitorio apenas visible ya que la luz era demasiado tenue. Alumbré el catre donde una sombra se movió rápidamente. Intenté seguirla con la linterna, pero no conseguí dar con ella. Al llevar la luz a la derecha de la estancia principal descubrí lo que debió de ser la chimenea. Me acerqué a ella y en ese momento alguien me agarró y susurró algo en mi oreja derecha. Lo empujé y me cortó con algún objeto afilado,...

El ojo muerto: Ataúd (5)

-           Es más sencillo sugestionar a alguien que vive rodeado de nieve y hacerle creer que vive en un paraíso. Desde Alaska a Kamchatka, desde el Ártico al Antártico, nada queda fuera de mi alcance. Tú has tenido la mala suerte de poseer unas ondas cerebrales especiales que me parecieron tan interesantes que urdí un plan específico para que deambulases por la vida hasta que cayeses definitivamente en mi red, y caíste -a Estanis se le erizaron todos los pelos del cuerpo- Pero deberías alegrarte por tu final: si no hubieras reaccionado con tanta suspicacia ya habrías fallecido, y no tendrías que sufrir el calvario que estás soportando. Aún tienes tiempo de anestesiar el tormento que soportas, sólo tienes que dejarte llevar . -           ¿Suerte? -dijo Estanis indignado- ¡Quiero vivir hijo de puta! -      Y vivirás perpetuamente junto a mí si te sometes. -contestó convinc...

El ojo muerto: Ataúd (4)

Fijó su vista en el techo y comenzó a temblar tan violentamente que sus dientes parecían que iban a reventar al chocar entre ellos. Bebió largamente de la botella de whisky, atragantándose y escupiendo entre convulsivas toses, y se sintió desdichado y atrapado sin remisión. Llevaba largo rato sin escuchar al abominable ente incorpóreo y eso le producía más pánico que tranquilidad: no intuía que podía estar planeando, aunque de lo que sí estaba cada vez más seguro era de la certeza de encontrarse dentro de su tumba. Esa desagradable sensación le hizo vomitar sobre el suelo de la estancia principal. Gimió desconsoladamente y esperó que su verdugo moviera la siguiente pieza, él ya no tenía más movimientos y sólo le quedaba esperar. Tras un par de horas de insufrible calvario silencioso, sospechó que su antagonista había decidido darle una ultrajante tregua en espera del ataque final. El gas llevaba tiempo sin funcionar y la cabaña estaba completamente helada, y el frío le atenazaba a ...