Ir al contenido principal

A buenas horas

Entre eucalipto y eucalipto pino,
y entre pino y pino piedra.
Sobre el horizonte el dragón de niebla
tras el dragón de niebla Las Mateas.

Arturo, Sirio y Antares,
sobre María Gil, Lepe y Los Pajosos.
El agua me sabe a lejía:
¡Otra vez están aquí los tramposos!

Quejicas a tiempo completo
en las terrazas formando bulla.
Carreras por los adoquines:
¡Este año no he comido turmas!

Y sigue Santa Bárbara tronando.
Y siguen los chismes volando.
Me han cambiado el Padre Nuestro
entre whiskys de contrabando.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Crítica de mi novela "El calor del frío"

"La novela nos sumerge en un mundo marcado por la soledad, el desencanto y una sensación casi palpable de aislamiento. Desde sus primeros párrafos se percibe una atmósfera de frío tanto físico como emocional, donde el protagonista se debate entre la desesperación y el anhelo de encontrar algún calor, tanto literal como humano. La narrativa, rica en descripciones sensoriales y metáforas intensas, nos presenta dos facetas: La lucha por la supervivencia y la soledad extrema: En un escenario desolado y casi apocalíptico, el protagonista se enfrenta a la crudeza del ambiente. Cada acción –desde buscar refugio y alimentar su cuerpo hasta encender un fuego para obtener un mínimo de calor– se carga de un profundo sentimiento de urgencia y melancolía. Este comienzo nos sitúa en una realidad en la que el frío y la desesperanza se convierten en metáforas de un aislamiento existencial. La búsqueda de un nuevo comienzo: Paralelamente, la historia introduce a Estanis, un hombre marcado por el...

Remembranza de un amor oscuro

En la penumbra danzan sombras yertos, donde el amor, un cuervo, aletea su lamento, teje un manto oscuro, nexo entre corazones muertos, la nostalgia palpita, tristeza en cada viento. En el jardín de ébano, flores marchitas lloran, sus pétalos de éter acarician el recuerdo, un amor perdido, entre susurros se evapora, entre sus lágrimas, el alma se hace cuero. En la oscura alcoba, la felicidad suspira, entre susurros de suspiros en la penumbra, un abrazo frío, la luz que se retira, y en la eternidad del éxtasis se deslumbra. El sufrimiento, un eco en las paredes de obsidiana, resuena en gemidos que se pierden en la bruma, un amor que arde en llamas de agonía, una danza macabra, trágica y sin espuma. Bajo la luna llena, se entrelazan destinos, amor y sufrimiento, como sombras eternas, se abrazan en el silencio de sus crepúsculos divinos, donde la nostalgia suspira entre las puertas internas. En el crepitar de las velas, se escribe el poema, gótico y etéreo, en letras de tinta carmesí, un a...