En el proceso de larva a mosca,
me encontré con un cateto cerumenélgico,
el cual cantaba sin saber,
que no podía ahuyentar el mal.
Diez pasos de camino adelante,
un mono rabioso, desdentado y enérgico,
balbuceaba sin placer
un poema de ironía suspicaz.
Cuando mis alas vi desplegadas,
y el horizonte se irguió ante mí, patético,
por querer quise querer,
la depresión se puede superar.
Ya en el ocaso de mis horas contadas,
el mono y el cateto rezongaban esperpénticos,
la noche me hizo mecer
a merced de un suspiro gutural.
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Su tabaco, gracias.