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Mostrando entradas de 2011

Extinción

Deliraba. Medía el tiempo en sus ojeras y apaciguaba los dolores que le atormentaban. Sentía el silbar sibilino de las agujas del reloj y creía formar parte de ellas. En el cándido amanecer que le portaba sensaciones olvidadas, sufría con el temblor de sus manos y respiraba al son de sinfonías orquestadas por insectos caducos. Viajaba por caminos insondables ahuyentando el desánimo, aludiendo a la última sonrisa innegable que contempló en su rostro. Notaba en sus manos el fluir continuo del jugo de la granada que acababa de desgranar. Observaba como el néctar rojizo se volvía negruzco y ponzoñoso al oxigenarse entre sus uñas y le recordaba aquellos juegos de niños en medio de ninguna parte. Haciendo barro y construyendo castillos en el aire. Se revolvió tímidamente apoyando sus manos en el quicio de una puerta cochambrosa. Midiendo una distancia infinita que aparentaba ser ínfima. Recogió del suelo el último suspiro del amanecer y lo estrujó entre sus manos para lu...

Sustancia perpetua

En cuenta atrás me veo, antes que Hela se pose sobre sus hombros, para remontar el abismo antes que a mi huésped se le cierren los ojos. Mundano chicle infinito, impide mi fuga del mar de los tramposos. Eternamente permanezco, alma enajenada hastiada de Átropos.

La pajarería

Hará unos años entré en una pajarería. En ella había cien loros, cada uno con el plumaje distinto al anterior y con los ojos clavados en el intruso. Tras unos segundos de desconcierto por los graznidos de aviso de los animales, decidí acercarme al propietario de la pajarería que sonreía tras el mostrador y hacerle una pregunta, pero al instante de salir el primer sonido de mis labios, uno de los loros gritó escandalosamente: "Baaaaaaaaaarça". Me quedé absorto, y cuando intenté hablar de nuevo, otro loro dijo: "Sigue el camino de baldosas amarillas". Tuve que reírme y al abrir de nuevo mis labios saltó otro loro: "Ala Madrid". Así estuve durante dos largos minutos observando la cara sonriente del encargado y a los loros que no dejaban que abriese la boca: "No tengo tiempo"; "Andén nueve y tres cuartos"; "Lo que llamas amor fue inventado por tipos como yo para vender nylons"; "Si usted quiere saber lo que una mujer dice re...

Latitud gótica

En el primer escalón a mis perversas pesadillas: oscuridad afilada, entornada; escalofríos premonitorios; cantes quemados; fragancias acorraladas, disonante sermón en esporas de mi antagonista. En el segundo escalón a mis perversas pesadillas: macedonias de incógnitas, atrincheradas; oblicuos estallidos en el aprisco correcto; atolladero alveolar; caricaturas precolombinas en depravada coreografía. En el tercer escalón a mis perversas pesadillas: agridulce pentagrama, retumbante; alcornoques calcinados exudando trementina; aurículas efímeras tarascadas supra eyecciones de escofras domésticas. En el cuarto escalón a mis perversas pesadillas: petrificada osamenta, claveteada; acres cavidades henchidas de inocencia; urdimbre sentimental; circunspectas limazas salivando en Muro Decadencia. En el quinto escalón a mis perversas pesadillas: Luzbel en selvática chimenea oxidada; acuosi...

Instante múltiplo

38. Ese es el número que mi mente ha elegido para abstraerse mientras intento ignorar los ladridos discordantes que subyacen en lo más profundo de mi último gran pensamiento negativo, aquel azote de látigo de siete colas con las esquirlas oxidadas cuya podredumbre férrica permanece latente, anclada a mis cervicales, y suele reproducirse automáticamente con cualquier sacudida térmica repentina.  38. Y vuelve el dígito a pavonearse frente a mi entrecejo, teñido de granate su horizonte bajo mi lunática mirada, y yo lo disuelvo en un caleidoscopio monocromático, fantasmagórico, carente de perspectiva, malvadamente obsoleto, inútilmente escandaloso, ingrediente prescindible en cualquier goulash de efigies surgidas en occipitales selváticos con humerales teñidos de granate su horizonte. 38. La esmirriada mojigatería altanera de Eustaquios obstruidos se tornasolan sobre amebas mercurianas y su céfiro pueril carente de reflejo persevera porfiando,...

Hoguera binaural

Ayer utilicé las frecuencias binaurales para inducir a mi cerebro a un viaje hacía atrás en el tiempo. Es curioso como los olores iban variando y las situaciones pasadas aparecían como si fuesen reales, hasta que...el cerebro viajó demasiado atrás: En ese instante no podía hablar mientras una muchedumbre me golpeaba con hortalizas podridas a mi paso sobre un carromato. Un dominico leía un bando: "Año del señor 1237...", y un lacayo lanzaba una antorcha bajo mis pies. El calor era asfixiante y el olor a humo impregnaba toda la habitación. Intenté hablar pero no podía. Con la mirada imploraba a que el dominico me ayudase, pero él lanzó un escupitajo a mi rostro y dijo: "Muere Valdense siervo de Satán" Estaba sudando y a punto de gritar cuando el ejercicio binaural dio otro salto en el tiempo y aparecí en lo que parecían unas mazmorras. El mismo dominico de la hoguera me interrogaba: "¿Reconoces ser un adorador del diablo?". Yo, visiblemente ...

Reiniciando

El tiempo. El causante de todo. El que origina y finaliza. El que nadie siente pero todos conocen. El que pasa sin darnos cuenta. El que creemos eterno a veces, y veloz y efímero otras. El que queríamos que fuese rápido cuando niños para ser mayores y lento cuando mayores para no llegar al final. El tiempo. Todo en esta vida se para excepto él…o no. Conocí una vez a una persona que decía que podía "parar el tiempo". Creo recordar que le dije que eso era una paranoia de Carlos Castañeda; "hacer, no hacer, parar el tiempo", pero el me dijo que era verdad, que tenía el poder de detener el tiempo a su antojo. Era una persona cuyo aspecto no denotaba nada extraño en él, excepto su mirada  fría y penetrante. Siempre se ha dicho que los ojos no engañan y este hombre decía con la mirada que era verdad lo que decía o, al menos, se lo creía, así que como no pasa nada por comprobarlo le pedí que me enseñara como lo hacía. " ¿Estás seguro?, puede que luego te a...

Almendras amargas

Siempre oyeron historias sobre el viejo caserón abandonado, pero nunca las creyeron, eran dos chicos valientes a los cuales no iban a amilanar las viejas batallitas de sus abuelos. Decidieron entrar en aquel tugurio infecto y se dirigieron a lo que fue el despacho. La habitación estaba desordenada. Una infinidad de papeles tapaban el suelo y no dejaban ver las losetas desgastadas. Los chicos comenzaron a registrar los muebles de aquel despacho destartalado. En uno de ellos encontraron una botella de lo que parecía un licor; "¡Huele a coñac!", dijo uno de ellos. Cogieron la botella y cambiaron de habitación alegrándose de su botín. De la planta alta de la casa bajaron tres ratas a gran velocidad y el suelo comenzó a crujir. Los chicos se pararon asustados y miraron a la escalera para comprobar que ocurría. Una sombra se divisaba en lo alto del rellano y un viento frío atravesó frenético por el medio de ambos. Se asustaron y comenzaron a temblar aunque uno de ellos ll...

QUISE

Por querer quise volar, desplegando mis alas sin mirar atrás.  Por querer quise vivir, cerrando heridas que hicieron sufrir.  Por querer quise reír, exprimiendo licores en noches sin fin.  Por querer quise perder, junto al muelle olvidado por el  amanecer.  Por querer quise amar, y encender una vela en la oscuridad.  Por querer, por querer quise querer.

ESCALOFRÍO

En el oscuro interior de sus ojos famélicos contemplo desdibujados cuadros imaginados de cuando los amaneceres fueron violáceos. Cosquillas. Acaricio sus cabellos melosos y en su tibia  palidez, resuena el crepitar insistente de su rosa de  fuego, llamándome a probar su ardiente aroma de  deseo.

Un friki en el Rocío (parte 2)

Apreciar lo que desconozco nunca ha sido una de mis virtudes. Mientras intentaba navegar por las arenas movedizas en que se había convertido la calle de aquel recinto por la cual iba transitando debido a la sublime micción repentina, y al unísono, de seis yeguas cuando escucharon el relincho de un semental de largas crines negras y nervio potens, no tuve más remedio que limpiar los cristales de mis gafas de sol y cuadrarme tragando saliva ante el espectáculo que estaba contemplando. En mi mente retumbaba la idea de ser capaz algún día de conseguir producir el mismo efecto entre las hembras de mi especie. Me imaginé entrando en el Pololo’s y siendo recibido por una inmensa cascada simultánea de los fluidos vaginales de todas las féminas del establecimiento tan sólo al escuchar mi voz y ver mi flequillo fluctuando como las acciones de la bolsa de Nueva York. Ese pensamiento podía llegar a ser sublime pero luego recordé que además de ser algo resbaladizo, podría causar más de un probl...

Un friki en el Rocío (parte 1)

Llegué a las inmediaciones del recinto con la sana intención de descabalgar cuanto antes del cachivache incómodo y ruidoso que llevaba bajo mis posaderas. Mientras bajaba, un individuo con patillas a lo afro y pantalones por encima del ombligo me recriminó la posición en la que había dejado el Lada Niva; "¿Es qué no lo he dejado en el parking?". El experimento sociológico que se encontraba frente a mí comenzó a decir palabras contundentes en un lenguaje que se perdió en los confines de la creación. Conseguí encender un cigarro en medio de aquel huracán lingüístico y le hice una instantánea de primer plano con mi lomo smena de fabricación soviética, algo que creo qué no le sentó muy bien puesto que su lenguaje se transformó en una mezcla de gruñidos y bufidos guturales entre los cuales su cara cambiaba de tonalidad de manera efervescente, pasando del rojo al morado y viceversa en cuestión de milésimas de segundo. Intenté avanzar pero, al parecer, esos bufidos eran una seña...

Que me traigan una almohada

No se le suelen dar demasiada importancia a los sueños en la vida real. Las personas que hacen eso acaban con el estigma de pillaos, colgaos, pringaos, todo eso con cierto merecimiento en la mayoría de los casos. Recuerdo una tarde trabajando en un bar     en el que me tocaba ir y venir al almacén de las bebidas, cuando por el camino escuché a un hombre contándole a otro no se qué de un viaje a Ganímedes y que lo abducían por la noche los extraterrestres mientras dormía, y que por eso estaba siempre despierto. Yo no digo que los sueños tuvieran su aliciente, porque daba detalles de todo tipo: “El extraterrestre tenía los ojos negros y la cabeza como una calabaza” Y se detenía en los más escabrosos: “Y me endilgó un microchip por el tájena fíjate tú” Pero aguantar a un hombre relatando sus aventuras cósmico-anales durante tanto tiempo resulta agotador puesto que lo más parecido a la realidad que vas a escuchar va a ser: “Cigarrito, cerveza, fuego y agua”. ¿Alguien ...

¿Foroblog, blogforo?...Osoro Ondoro

A menudo las situaciones cotidianas carecen de valor intrínseco al nutrirse de elementos caóticos que navegan en la incontinencia estrábica de días anodinos. Dichas situaciones emergen como un chorro a presión salido de un geiser y aparentan ser grandiosas e iluminadoras en el camino de los apagados y encendidos diarios. Distinguir entre las que realmente hacen click y descubren una verdad absoluta a las que sólo sirven para engañarse y mantener la verdad impuesta es altamente complicado y digno de maestros que hayan alcanzado el satori o estén cerca de él, teniendo en cuenta que cuanto más cerca creas estar realmente puede suponer todo lo contrario. Los griegos utilizaban el foro para cavilar sobre sus ideas y conversar para darles forma, desarrollarlas u obviarlas. Las opiniones sobre esas ideas eran bien recibidas, incluso las que salían por la tangente, debido a que aquella respuesta absurda e incoherente podía llevar una verdad intrínseca que abriera las puertas a nuevos pensamie...