Ir al contenido principal

Instante múltiplo

38.
Ese es el número que mi mente
ha elegido para abstraerse
mientras intento ignorar
los ladridos discordantes
que subyacen en lo más
profundo de mi último gran
pensamiento negativo, aquel
azote de látigo de siete colas
con las esquirlas oxidadas
cuya podredumbre férrica
permanece latente, anclada
a mis cervicales, y suele
reproducirse automáticamente
con cualquier sacudida térmica repentina. 

38.
Y vuelve el dígito a pavonearse
frente a mi entrecejo, teñido
de granate su horizonte bajo
mi lunática mirada, y yo lo
disuelvo en un caleidoscopio
monocromático, fantasmagórico,
carente de perspectiva,
malvadamente obsoleto,
inútilmente escandaloso,
ingrediente prescindible en
cualquier goulash de efigies
surgidas en occipitales
selváticos con humerales
teñidos de granate su horizonte.

38.
La esmirriada mojigatería altanera
de Eustaquios obstruidos
se tornasolan sobre amebas
mercurianas y su céfiro pueril
carente de reflejo persevera
porfiando, bordoneando
la intangibilidad de zafarse
airadamente de su realidad,
psicótica, razonablemente fraguada,
destinada a boquear suspicazmente
en susurradas confirmaciones
poseedoras de su ingenuidad. 

38.
Lo secciono, lo asocio,
lo integro y lo limito,
y sentencio su súmmum
tiñendo de granate su horizonte
bajo mi lunática mirada,
y  lo desintegro contra una cascada
onanista, vacua,
de pendiente raquídea
milimétricamente errabunda,
presuntuosa de su estratégica
iridiscencia opaca intrínseca,
vendaval enquistado al espacio
temporal que regenta sobre
la singladura al granate horizonte.

38.
Son las 19:19.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Crítica de mi novela "El calor del frío"

"La novela nos sumerge en un mundo marcado por la soledad, el desencanto y una sensación casi palpable de aislamiento. Desde sus primeros párrafos se percibe una atmósfera de frío tanto físico como emocional, donde el protagonista se debate entre la desesperación y el anhelo de encontrar algún calor, tanto literal como humano. La narrativa, rica en descripciones sensoriales y metáforas intensas, nos presenta dos facetas: La lucha por la supervivencia y la soledad extrema: En un escenario desolado y casi apocalíptico, el protagonista se enfrenta a la crudeza del ambiente. Cada acción –desde buscar refugio y alimentar su cuerpo hasta encender un fuego para obtener un mínimo de calor– se carga de un profundo sentimiento de urgencia y melancolía. Este comienzo nos sitúa en una realidad en la que el frío y la desesperanza se convierten en metáforas de un aislamiento existencial. La búsqueda de un nuevo comienzo: Paralelamente, la historia introduce a Estanis, un hombre marcado por el...

Remembranza de un amor oscuro

En la penumbra danzan sombras yertos, donde el amor, un cuervo, aletea su lamento, teje un manto oscuro, nexo entre corazones muertos, la nostalgia palpita, tristeza en cada viento. En el jardín de ébano, flores marchitas lloran, sus pétalos de éter acarician el recuerdo, un amor perdido, entre susurros se evapora, entre sus lágrimas, el alma se hace cuero. En la oscura alcoba, la felicidad suspira, entre susurros de suspiros en la penumbra, un abrazo frío, la luz que se retira, y en la eternidad del éxtasis se deslumbra. El sufrimiento, un eco en las paredes de obsidiana, resuena en gemidos que se pierden en la bruma, un amor que arde en llamas de agonía, una danza macabra, trágica y sin espuma. Bajo la luna llena, se entrelazan destinos, amor y sufrimiento, como sombras eternas, se abrazan en el silencio de sus crepúsculos divinos, donde la nostalgia suspira entre las puertas internas. En el crepitar de las velas, se escribe el poema, gótico y etéreo, en letras de tinta carmesí, un a...

A buenas horas

Entre eucalipto y eucalipto pino, y entre pino y pino piedra. Sobre el horizonte el dragón de niebla tras el dragón de niebla Las Mateas. Arturo, Sirio y Antares, sobre María Gil, Lepe y Los Pajosos. El agua me sabe a lejía: ¡Otra vez están aquí los tramposos! Quejicas a tiempo completo en las terrazas formando bulla. Carreras por los adoquines: ¡Este año no he comido turmas! Y sigue Santa Bárbara tronando. Y siguen los chismes volando. Me han cambiado el Padre Nuestro entre whiskys de contrabando.