A menudo las situaciones cotidianas carecen de valor intrínseco al nutrirse de elementos caóticos que navegan en la incontinencia estrábica de días anodinos. Dichas situaciones emergen como un chorro a presión salido de un geiser y aparentan ser grandiosas e iluminadoras en el camino de los apagados y encendidos diarios. Distinguir entre las que realmente hacen click y descubren una verdad absoluta a las que sólo sirven para engañarse y mantener la verdad impuesta es altamente complicado y digno de maestros que hayan alcanzado el satori o estén cerca de él, teniendo en cuenta que cuanto más cerca creas estar realmente puede suponer todo lo contrario. Los griegos utilizaban el foro para cavilar sobre sus ideas y conversar para darles forma, desarrollarlas u obviarlas. Las opiniones sobre esas ideas eran bien recibidas, incluso las que salían por la tangente, debido a que aquella respuesta absurda e incoherente podía llevar una verdad intrínseca que abriera las puertas a nuevos pensamientos. A menudo deberíamos mirar atrás y copiar, más bien mimetizar, algunos comportamientos dialécticos de dicha cultura y aplicarlos a nuestra era.
Internet es una fuente de información, de debate, de conocimiento y expansión. Ofrece una gran variedad de herramientas para desarrollar dichas actividades de manera ordenada y eficiente. Existen los foros donde las personas expresan sus opiniones, dan información e intercambian inquietudes. Luego están los blogs, personales o específicos, en los cuales se puede escribir sobre todo: viajes, deportes, política música, literatura y, por supuesto, las divagaciones personales y las situaciones cotidianas. También están las comunidades tipo facebook, myspace, tuenti, etc, en la cuales cada cual opina, muestra y hace lo que le viene en gana, bajo unas normas claro.
Teniendo en cuenta todo esto, hace tiempo que constaté una verdad absoluta de manera catatónica mientras observaba el último mensaje de Navidad del rey Juan Carlos. La idea deslumbró de tal manera que hasta el rey guiñó los ojos. En medio de turrones, huesitos de santo, mazapanes y almendras saladas, un atisbo de puerro y endivias con vinagreta de fresas. La última jugada de Randle Patrick McMurphy antes de que lo lobotomizaran y quedase babeando esperando la llegada del Jefe Bromden: confeccionar un foro-blog menopáusico lindando con lo naif y cargado de suprarealidad cartesiana magnética anclada en un eje de rotación inverso a la producción de tamarindos en el valle del Cumoon en las montañas rubias del norte de Benín aderezado con sutiles toques de extravagancia pélvica y dotado de abominables estridencias monoparentales de exponente retrógrado ensimismado en panderos celestiales sacados de historias de ciencia ficción de novelas de a duro. Todo ello lo metí en un vaso mezclador de acero galvanizado agregándole unos toques de angostura y lo removí con una varilla de cohete que encontré en un tejado antes de que perdiera las alas por acercarme demasiado al sol. Finalmente lo serví en chatos helados con los bordes recubiertos de azúcar impregnado de vino dulce de Jerez, y decorándolo con un mini sombrero cordobés y una aceituna traída de los campos de Baeza, acompañándolo de unos huevos de perdiz cuculina del sur de Paraguay liofilizados y rellenos de moka líquida con aroma de vainilla traída de una plantación experimental en el interior de la Antártida.
Internet es una fuente de información, de debate, de conocimiento y expansión. Ofrece una gran variedad de herramientas para desarrollar dichas actividades de manera ordenada y eficiente. Existen los foros donde las personas expresan sus opiniones, dan información e intercambian inquietudes. Luego están los blogs, personales o específicos, en los cuales se puede escribir sobre todo: viajes, deportes, política música, literatura y, por supuesto, las divagaciones personales y las situaciones cotidianas. También están las comunidades tipo facebook, myspace, tuenti, etc, en la cuales cada cual opina, muestra y hace lo que le viene en gana, bajo unas normas claro.
Teniendo en cuenta todo esto, hace tiempo que constaté una verdad absoluta de manera catatónica mientras observaba el último mensaje de Navidad del rey Juan Carlos. La idea deslumbró de tal manera que hasta el rey guiñó los ojos. En medio de turrones, huesitos de santo, mazapanes y almendras saladas, un atisbo de puerro y endivias con vinagreta de fresas. La última jugada de Randle Patrick McMurphy antes de que lo lobotomizaran y quedase babeando esperando la llegada del Jefe Bromden: confeccionar un foro-blog menopáusico lindando con lo naif y cargado de suprarealidad cartesiana magnética anclada en un eje de rotación inverso a la producción de tamarindos en el valle del Cumoon en las montañas rubias del norte de Benín aderezado con sutiles toques de extravagancia pélvica y dotado de abominables estridencias monoparentales de exponente retrógrado ensimismado en panderos celestiales sacados de historias de ciencia ficción de novelas de a duro. Todo ello lo metí en un vaso mezclador de acero galvanizado agregándole unos toques de angostura y lo removí con una varilla de cohete que encontré en un tejado antes de que perdiera las alas por acercarme demasiado al sol. Finalmente lo serví en chatos helados con los bordes recubiertos de azúcar impregnado de vino dulce de Jerez, y decorándolo con un mini sombrero cordobés y una aceituna traída de los campos de Baeza, acompañándolo de unos huevos de perdiz cuculina del sur de Paraguay liofilizados y rellenos de moka líquida con aroma de vainilla traída de una plantación experimental en el interior de la Antártida.
Espero que les guste.
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Su tabaco, gracias.