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Recomendaciones matutinas: Scandinavian pleasures

Hay días que uno se levanta con el pie derecho o sencillamente no se ha acostado tras batallar en tierra de nadie, y esos días lo mejor es relajarse y esperar que todo vuelva a su cauce de manera natural. Y como irritarse es innecesario puesto que nada soluciona, y aunque se tengan motivos suficientes incluso exagerados para ello: sin trabajo, con problemas físicos crónicos, con problemas financieros certeros y en aumento, con una rémora social enorme, ninguneado y pisoteado, incluso humillado sin dar cuartelillo, encabronarse con el mundo nada deja, y eso es un hecho irrefutable, pero si alguien se encuentra en la situación explicada, no necesariamente tiene que cumplir todos los parámetros, liarse a hacerle cariñitos a todo el que pasa tampoco es una solución, más bien es una estupidez que carece de medida en el sistema métrico. Así que lo mejor será escuchar algo de música, porque buscar trabajo está más complicado incluso que encontrarlo, y más si en cuanto te das la vuelta tiran ...

Desavenencias existenciales de un noctívago tras la blanca luna.

Anduve despistado por calles y avenidas desiertas mascullando preguntas erróneas.  Sentía el frío en mis huesos recogiendo detritus en parques solitarios.  Destripaba argumentos adulterados de películas invisibles.  Quería encontrar el todo en medio de la nada y seguir caminando por senderos olvidados. Necesitaba la cantinela de los árboles caducos y el suave mecer del viento en mi rostro.  Pateé los sonidos que se fueron para que volvieran a marcharse.  Ignoré los envilecidos olores que fustigaban mi paso nervioso..  Regurgité los desaciertos que tomé sin necesitarlos y se los dí de comer a mi alma salvaje. Arqueé los hombros e inspiré los humos que conseguirían derretir mis emociones artificiales.  Agaché la cabeza y encendí el último instante de lucidez.  Logré sentarme y oteé el cielo sin estrellas que lo iluminase.  Recordé como corría por un huerto huyendo del tiempo y mis desdichas al infinito le conté....

Esperando al tren: 2ª parte

El despertador sonó a las cinco de la mañana como cada día. Raúl surgió de entre las sabanas con una cara de espanto y asco que rayaba lo sublime. Odiaba levantarse tan temprano, pero no le quedaba más remedio. Aún con los ojos cerrados por una legión de legañas, se dirigió al baño y mecánicamente, realizó su aseo personal de cada mañana. Se metió en la ducha y bajo el chorro continuo, sus músculos comenzaron a reaccionar, estirándose mientras en su cabeza retumbaba una cancioncilla terca y repetitiva: "A veces la miro y lloro y lloro..., ¡manda huevos!", se dijo tratando de exorcizarla. Tras finalizar la remojada matutina, secaba el espejo, lanzaba una mirada curiosa y comenzaba a poner caras graciosas de manera continua e   impulsiva. Cogió la espuma de afeitar y una maquinilla desechable del cajón que le correspondía en el reparto familiar de los enseres del cuarto de aseo, y comenzó una de las tareas más estúpidas que la humanidad haya podido inventar, un trabajo constan...

Esperando al tren: 1ª parte

El tren de las 8:30 llegó a la estación y derramó sobre el andén una infinidad de hormiguitas que caminaban afanosas en busca de sus sustento. En un esquina del andén dos, frente a un bar pequeño y atestado, se encontraba un quiosco aún más pequeño y donde, cansinamente pero sin pausa, se vendían todo tipo de lecturas y sueños para los viajeros que pasaban por la estación, y para la fauna autóctona que acudía a diario. Todos los días, a las 8:30 en punto, siempre aparecía un señor bajito y de pelo rizado que vestía con cierto aspecto informal, pero que en sus más ínfimos detalles denotaba a una persona correcta y educada: seleccionaba toda la prensa del día, pagaba religiosamente y tras un breve "hasta luego", proseguía su camino. Pero aquella mañana decidió pararse un ratito y charlar con el quiosquero: un chico joven de aspecto serio, pero su cara daba a entender que era lo suficientemente despierto como para no sorprenderse ante lo que pudiera ver o escuchar. Era amable y...

Las pelotas de Babieca

Resulta que en mi sesteo onírico me encontré con JFK, al tío parece que le han hecho un lifting oyes, y me dijo que estuviese pendiente de los detalles, que eso es lo que hay que ver y no lo que nos refriegan por las narices. Yo asentía pero por su lado apareció una ambición rubia que no veas y me dio un cate al ver como mis ojos hacían el péndulo de Newton, y rubricó:  "Esas caderas tienen nombre", y me instó a pensar y arrojar luz. Justo en ese momento salí del trance y apagué la vela; respiré, comprobé la volubilidad del péndulo y comencé a escribir estas notas.  Desde luego que comenzar con una serie de disparates no es la mejor manera de llamar la atención o conseguir que un tema serio sea tomado como tal, pero la verdad que me trae sin cuidado si los cacahuetes vienen o no sin sal, la cuestión es que haya cuando se buscan. Bueno está, a por el toro que suena el último clarín, jodó como se pondrán los antitau, pero mejor esa expresión que la de: "Cuidado,...

El ojo muerto: Nota final

Extracto de los hechos acaecidos a raíz del hallazgo del diario de Estanis Ibarra en los archivos de la empresa Weatherco S.A. y la declaración a cargo del Jefe de la expedición de rescate enviada por esa misma empresa, el Teniente Saúl Romero Farfán,   portador de una terrible enfermedad, junto con el resto del equipo, por la que fallecieron a los pocos días entre insufribles dolores y que provocó una pandemia que hasta hace unos meses no ha podido ser controlada. Más de las tres cuartas partes de la población mundial sucumbió ante el incontenible virus que surgió de la isla Nº4: inicialmente situada en el archipiélago de las Lofoten al norte de Noruega, aunque las coordenadas dadas por la empresa correspondían a una isla nunca antes datada ni posteriormente localizada, enclavada al sureste de Svalbard . Ahora, los que quedamos seguimos sobreviviendo en una lucha inferior contra unos seres sin compasión que tratan de aniquilarnos. Pese a ello, el final parece acercarse tras ...

El ojo muerto: Epílogo

Soy el oficial de seguridad de la empresa Weatherco S.A. Saúl Romero, y voy a describir lo vivido durante la operación de rescate en la isla situada a 74º 9' 11” latitud Norte y 30º 11' 20” longitud Este, al sureste de la isla de Svallbard y al noreste del campamento base de Weatherco localizado en Stakkvik, en el archipiélago de las Lofoten. Entré en una habitación que asfixiaba sólo al verla. Sus paredes desprendían un olor fétido, agravado por la humedad que proliferaba por toda la estancia. Los muebles parecían no existir, salvo una especie de camastro dentro del dormitorio apenas visible ya que la luz era demasiado tenue. Alumbré el catre donde una sombra se movió rápidamente. Intenté seguirla con la linterna, pero no conseguí dar con ella. Al llevar la luz a la derecha de la estancia principal descubrí lo que debió de ser la chimenea. Me acerqué a ella y en ese momento alguien me agarró y susurró algo en mi oreja derecha. Lo empujé y me cortó con algún objeto afilado,...

El ojo muerto: Ataúd (5)

-           Es más sencillo sugestionar a alguien que vive rodeado de nieve y hacerle creer que vive en un paraíso. Desde Alaska a Kamchatka, desde el Ártico al Antártico, nada queda fuera de mi alcance. Tú has tenido la mala suerte de poseer unas ondas cerebrales especiales que me parecieron tan interesantes que urdí un plan específico para que deambulases por la vida hasta que cayeses definitivamente en mi red, y caíste -a Estanis se le erizaron todos los pelos del cuerpo- Pero deberías alegrarte por tu final: si no hubieras reaccionado con tanta suspicacia ya habrías fallecido, y no tendrías que sufrir el calvario que estás soportando. Aún tienes tiempo de anestesiar el tormento que soportas, sólo tienes que dejarte llevar . -           ¿Suerte? -dijo Estanis indignado- ¡Quiero vivir hijo de puta! -      Y vivirás perpetuamente junto a mí si te sometes. -contestó convinc...