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¿Por qué la sombra del alambre?

172. La sombra del alambre. ¿Por qué en un día soleado la sombra de un farol suspendido de un alambre se proyecta claramente en el pavimento, mientras que la del alambre casi no se ve? La longitud de la sombra proyectada por el alambre iluminado por el sol depende de la posición del punto de intersección de sus tangentes comunes, trazadas al limbo solar y a la circunferencia que acota la sección del alambre. La figura muestra que el ángulo A de intersección de las tangentes es igual al ángulo bajo el cual el observador terrestre ve el limbo solar, o sea, es de 0,5°. ¿Por qué el alambre no proyecta sombra? Este dato nos permite determinar la longitud de la sombra proyectada por el alambre: ésta es igual a su diámetro multiplicado por 2 · 57, pues es sabido que un objeto que se ve bajo un ángulo de 1° se encuentra a una distancia equivalente a 57 veces su diámetro. Si el alambre que sostiene el farol, mide 0,5 cm de grosor, la longitud de la sombra será de ...

El camino más corto (parte 2)

"A las 23:23, llega a nuestro centro un paciente indocumentado. Posible brote psicótico. Se le administran 10mg de lorazepam por vía intravenosa, pero debido a que no remite su conducta violenta, decido sedarlo con 10mg más. El paciente prosigue con su estado alterado por lo que me veo en la necesidad de ponerle una camisa de fuerza y sedarlo nuevamente con otros 10mg. Viendo que su actitud no cesa, le administro una dosis extra de 25mg. Alrededor de las 6:00, entra en un estado de relajación controlada y permanece aislado en la consulta a la espera del diagnóstico de la Dra. Ainhoa Ramírez que inicia su turno a las 7:30. Doctor Rubén Costa". - ¡Vaya gracia! Termina su turno, se va, y lo deja encerrado sin vigilancia. En absoluto le sorprendía el cinismo del Dr. Costa, incluso por algunos instantes admiró la capacidad que tenía para escaquearse, pero pensó que la emergencia vivida durante la madrugada debería haber activado algún tipo de motivación extra en su compor...

El camino más corto (1ª parte)

Irónicamente, la confabulación premeditada hacia un único individuo, aunque carezca de honorabilidad, no deja de ser un ejercicio de unión social, decadente y rastrera, pero mentalmente sana para la comunidad, al menos eso era lo que pensaba la carismática psicóloga del centro de rehabilitación para personas con trastornos de personalidad del condado de Terquettá. Ainhoa era una mujer de aspecto caprichoso, andares indolentes, verborrea flácida, y con un atractivo intrínseco que con el paso de los años había ido ganando la partida a la superficialidad de la belleza pasajera. Caminaba con una aparente falta de soltura y observaba a todo el mundo con tanta fruición, que parecería que sufriese de defecto profesional. Con Ainhoa no se podía decir cuando comenzaba su trabajo y cuando finalizaba. Sus ojos parecían estériles, pero eso le concedía un halo de poder frente a sus pacientes. En ocasiones, se la podía contemplar en un estado de ensoñación del cual despertaba bruscamente con una ...

Frigidez tecnológica

Utopía recelosa, frascos de parsimonia. Camposantos de victoria, monederos con raposa, madrugadas caprichosas. Majaderos sin caminos, ósculos saturninos. Magnanimidad forzada,  desconfianza bizarra: ¡Putas flores de silicio!

La monotonía de lo grotesco

Si tuviese que comenzar esta historia por un principio que fuese coherente, dejaría de ser un relato fidedigno de los hechos acontecidos en el lugar que mi mente quiso olvidar, y pasaría a ser una relación de situaciones carentes de interés para ser contadas, pero a menudo, la monotonía se nutre de un halo misterioso y se convierte en la mayor de las excentricidades, donde lo absurdo se une a lo racional y lo ilusorio planea con sorna sobre las mentes sin que ellas lleguen a percatarse de ello.  No sabría puntualizar si lo que voy a contar ocurrió a hora temprana o se alargó durante toda una jornada o varias semanas, tan solo sé que comenzó con una pregunta tan común que nada en ella hacía presagiar que fuese el detonante del mecanismo que transformaría las vidas de los allí presentes para el resto de sus días:  - ¿Está lloviendo? La taimada chica encargada del establecimiento se restregaba los mu...

Romance matemático fallido

Siento brotar los latidos que otros no distinguen. Acongojado por suspiros infinitesimales, oteando rancios sistemas rectangulares que opulentos maestros nauseabundos miden. Irrealmente definido por parábolas artificiales, sumido en una indefinición de valores, arrastrado por una elipse hecha de cobre, antónimo de una serie de teoremas elegantes. La combinatoria de nuestros elementos comunes, te apartó como cifra significativa resultante de una proporción divina de dos figuras excéntricas en paradoja sibilina. Y cómo grupo cíclico resistí tu hipótesis homogénea, paralogismo imberbe de una paridad, planos paralelos fuimos al final : Radicación última en mi deducción reflexiva pétrea.

Viajando a la dimensión del olvido

Me porté como un famélico truhán, ignorando palabras dichas de verdad, disfrutando con risas ajenas. Desgastado, sin ganas de atacar Noté en tus ojos un triste color, que a mi espíritu hizo desquiciar, me transformé en un chiquillo asustado, eclipsado tras la nube de una flama fugaz. Y siento, como me reviento frente a muros de cristal. Me arrepiento, y me quejo al viento para que deje de soplar Sé que lo perdido no vuelve jamás, lo pasado queda donde debe estar, aunque si sirviera para algo más, hoy me invento una puerta atrás.

De ruiseñor a cuervo desplumando ruiseñores

Es la insana ponderación un paradigma blandengue en prêt-à-porter agreste; adulador de la escisión e inconsciente mondrigón de alardes menesterosos, andares escabrosos, sempiterno badulaque con ansias de escaque y horizontes esponjosos.

El cielo no es azul

Dos señoras emperifolladas llegan a la recepción del reino del otro mundo. Ambas caminan con un porte majestuoso y conversan agradablemente alabando el suntuoso lugar al que acuden. Conforme se aproximan, un par de mendigos cartoneros desdentados con una fetidez de perímetro pista de atletismo elevado a ene, balbucean junto a ellas, que se tapan la nariz y los miran con desdén a la vez que hacen gestos ñoños y tratan de ocultar sus imaginarios bolsos en un acto reflejo adquirido durante su anterior vida.  Los dos parias llegan al mostrador y el conserje, un antiguo funcionario comunista con más malaje que un destornillador sin vodka, les solicita los nombres, revisa una carpeta y les dice:  "Señores, les ha tocado vivir en la calle querubín en el edificio por Dios que sea sangre. Anda, aligerad el paso que no tengo todo el día".  Los mindundis se miran con alegría y saludan encantados mientras se adentran a través de la puerta de acceso al paraíso. T...