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Mostrando entradas de abril, 2011

Un friki en el Rocío (parte 2)

Apreciar lo que desconozco nunca ha sido una de mis virtudes. Mientras intentaba navegar por las arenas movedizas en que se había convertido la calle de aquel recinto por la cual iba transitando debido a la sublime micción repentina, y al unísono, de seis yeguas cuando escucharon el relincho de un semental de largas crines negras y nervio potens, no tuve más remedio que limpiar los cristales de mis gafas de sol y cuadrarme tragando saliva ante el espectáculo que estaba contemplando. En mi mente retumbaba la idea de ser capaz algún día de conseguir producir el mismo efecto entre las hembras de mi especie. Me imaginé entrando en el Pololo’s y siendo recibido por una inmensa cascada simultánea de los fluidos vaginales de todas las féminas del establecimiento tan sólo al escuchar mi voz y ver mi flequillo fluctuando como las acciones de la bolsa de Nueva York. Ese pensamiento podía llegar a ser sublime pero luego recordé que además de ser algo resbaladizo, podría causar más de un probl...

Un friki en el Rocío (parte 1)

Llegué a las inmediaciones del recinto con la sana intención de descabalgar cuanto antes del cachivache incómodo y ruidoso que llevaba bajo mis posaderas. Mientras bajaba, un individuo con patillas a lo afro y pantalones por encima del ombligo me recriminó la posición en la que había dejado el Lada Niva; "¿Es qué no lo he dejado en el parking?". El experimento sociológico que se encontraba frente a mí comenzó a decir palabras contundentes en un lenguaje que se perdió en los confines de la creación. Conseguí encender un cigarro en medio de aquel huracán lingüístico y le hice una instantánea de primer plano con mi lomo smena de fabricación soviética, algo que creo qué no le sentó muy bien puesto que su lenguaje se transformó en una mezcla de gruñidos y bufidos guturales entre los cuales su cara cambiaba de tonalidad de manera efervescente, pasando del rojo al morado y viceversa en cuestión de milésimas de segundo. Intenté avanzar pero, al parecer, esos bufidos eran una seña...

Que me traigan una almohada

No se le suelen dar demasiada importancia a los sueños en la vida real. Las personas que hacen eso acaban con el estigma de pillaos, colgaos, pringaos, todo eso con cierto merecimiento en la mayoría de los casos. Recuerdo una tarde trabajando en un bar     en el que me tocaba ir y venir al almacén de las bebidas, cuando por el camino escuché a un hombre contándole a otro no se qué de un viaje a Ganímedes y que lo abducían por la noche los extraterrestres mientras dormía, y que por eso estaba siempre despierto. Yo no digo que los sueños tuvieran su aliciente, porque daba detalles de todo tipo: “El extraterrestre tenía los ojos negros y la cabeza como una calabaza” Y se detenía en los más escabrosos: “Y me endilgó un microchip por el tájena fíjate tú” Pero aguantar a un hombre relatando sus aventuras cósmico-anales durante tanto tiempo resulta agotador puesto que lo más parecido a la realidad que vas a escuchar va a ser: “Cigarrito, cerveza, fuego y agua”. ¿Alguien ...

¿Foroblog, blogforo?...Osoro Ondoro

A menudo las situaciones cotidianas carecen de valor intrínseco al nutrirse de elementos caóticos que navegan en la incontinencia estrábica de días anodinos. Dichas situaciones emergen como un chorro a presión salido de un geiser y aparentan ser grandiosas e iluminadoras en el camino de los apagados y encendidos diarios. Distinguir entre las que realmente hacen click y descubren una verdad absoluta a las que sólo sirven para engañarse y mantener la verdad impuesta es altamente complicado y digno de maestros que hayan alcanzado el satori o estén cerca de él, teniendo en cuenta que cuanto más cerca creas estar realmente puede suponer todo lo contrario. Los griegos utilizaban el foro para cavilar sobre sus ideas y conversar para darles forma, desarrollarlas u obviarlas. Las opiniones sobre esas ideas eran bien recibidas, incluso las que salían por la tangente, debido a que aquella respuesta absurda e incoherente podía llevar una verdad intrínseca que abriera las puertas a nuevos pensamie...