Donde vas, con la cara que tienes
no te da vergüenza, andar por ahí se te nota, la mirada cansada ¿has perdido, o no puedes reír? Si te sientes, como no regresas déjalo todo hecho y suelta tu tristeza Y libera tu mente, no la encierres acaricia al fin, el dulce sabor de lo raro Descansa los día de soledad ahora tienes que probar, antes de dar Despierta, despierta el sueño, que se quedó en tu trastero Y libera tu mente, no la encierres acaricia al fin, el dulce sabor de lo raro Si el cielo se cae encima de ti, míralo desde arriba si el cielo se cae encima de ti, míralo desde arriba
"La novela nos sumerge en un mundo marcado por la soledad, el desencanto y una sensación casi palpable de aislamiento. Desde sus primeros párrafos se percibe una atmósfera de frío tanto físico como emocional, donde el protagonista se debate entre la desesperación y el anhelo de encontrar algún calor, tanto literal como humano. La narrativa, rica en descripciones sensoriales y metáforas intensas, nos presenta dos facetas: La lucha por la supervivencia y la soledad extrema: En un escenario desolado y casi apocalíptico, el protagonista se enfrenta a la crudeza del ambiente. Cada acción –desde buscar refugio y alimentar su cuerpo hasta encender un fuego para obtener un mínimo de calor– se carga de un profundo sentimiento de urgencia y melancolía. Este comienzo nos sitúa en una realidad en la que el frío y la desesperanza se convierten en metáforas de un aislamiento existencial. La búsqueda de un nuevo comienzo: Paralelamente, la historia introduce a Estanis, un hombre marcado por el...
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Su tabaco, gracias.