No hay nada que le pueda agradecer,
a la maldita medicación.
Mis ideas aparecen aturrulladas.
Me he convertido en un simplón.
No hay nada que pueda agradecerle,
he perdido mi superpoder.
Ya no dialogo con los muertos,
ya no les susurro tomando café.
No hay nada que pueda agradecerle,
ni siquiera un instante de placer.
Mi pueblo continúa con sus quehaceres,
he olvidado lo que era poseer.
No hay nada que le pueda agradecer,
soy áspero y un sin servir.
Las voces ya no me martirizan
y sin ellas prefiero morir.
Comentarios
Publicar un comentario
Su tabaco, gracias.