Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2012

Al final de la escalera

D e un tejado histriónico emergen, sonidos pálidos adormilados en penumbras pestilentes. Desidia matutina envainada, resiste el canto de impotentes cuervos risueños. Presentimientos sobre suelo quebradizo, se agrandan y terminan por blandir el miedo atenazador. Dónde acaba la escalera de farolas escaldadas, se esconden miradas verdaderas en palabras turradas. Cuatro horas en un segundo. Tus ojos cortaban el aire, repartiendo trocitos en bocas hambrientas. Lobos heridos que huyen del tiempo. Tiburones desdentados. Tu cuerpo se hizo plomizo esperando en un perfecto laberinto perpetuo.

Septentrión

Sí a ti, me dirijo a ti, ¿a quién si no? Eres el único que me oye, y el primero que huye. ¿No fuiste tú el que me descentró? Usurpador del polen mesiánico, h ú meda partitura, reflejo amoroso desgastado sobre el opaco albor oriánico. ¡Dime otra vez que sí!, desvela al gallo antes, y enfría mis manos, y corre las cortinas tras de ti.