La indiferencia obligada
que se enquistó con el tiempo,
me martillea la sien
con anhelos de pañales lejanos
que nunca logré ver.
Sueño con sentir lo que nunca pude tocar
los primeros pasos, la primera palabra,
el suave roce de sus tiernos abrazos,
hasta las noches en vela se hicieron parte de mi vida
sin el sonido de un llanto como detonante.
Lejanía, soledad,
ausencia de paternidad,
deseo extorsionado
en aras de una familia ejemplar.
Desde el infierno,
añoro tu presencia sin haberte conocido,
pero cuando el tiempo que nos unió
confluya fuera de la materia,
allí, allí te esperaré.
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Su tabaco, gracias.