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Remembranza de un amor oscuro


En la penumbra danzan sombras yertos, donde el amor, un cuervo, aletea su lamento, teje un manto oscuro, nexo entre corazones muertos, la nostalgia palpita, tristeza en cada viento.

En el jardín de ébano, flores marchitas lloran, sus pétalos de éter acarician el recuerdo, un amor perdido, entre susurros se evapora, entre sus lágrimas, el alma se hace cuero.

En la oscura alcoba, la felicidad suspira, entre susurros de suspiros en la penumbra, un abrazo frío, la luz que se retira, y en la eternidad del éxtasis se deslumbra.

El sufrimiento, un eco en las paredes de obsidiana, resuena en gemidos que se pierden en la bruma, un amor que arde en llamas de agonía, una danza macabra, trágica y sin espuma.

Bajo la luna llena, se entrelazan destinos, amor y sufrimiento, como sombras eternas, se abrazan en el silencio de sus crepúsculos divinos, donde la nostalgia suspira entre las puertas internas.

En el crepitar de las velas, se escribe el poema, gótico y etéreo, en letras de tinta carmesí, un amor que persiste como llama extrema, en la penumbra del alma, donde todo es gris.

Así en el rincón más oscuro, la pasión se consume, un amor gótico, entre luces y sombras se debate, una danza eterna, donde el corazón se resume, en el dolor y la dicha, donde el alma se arrebata.

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