Si tuviese que comenzar esta historia por un principio que fuese coherente, dejaría de ser un relato fidedigno de los hechos acontecidos en el lugar que mi mente quiso olvidar, y pasaría a ser una relación de situaciones carentes de interés para ser contadas, pero a menudo, la monotonía se nutre de un halo misterioso y se convierte en la mayor de las excentricidades, donde lo absurdo se une a lo racional y lo ilusorio planea con sorna sobre las mentes sin que ellas lleguen a percatarse de ello. No sabría puntualizar si lo que voy a contar ocurrió a hora temprana o se alargó durante toda una jornada o varias semanas, tan solo sé que comenzó con una pregunta tan común que nada en ella hacía presagiar que fuese el detonante del mecanismo que transformaría las vidas de los allí presentes para el resto de sus días: - ¿Está lloviendo? La taimada chica encargada del establecimiento se restregaba los mu...